jueves, 5 de octubre de 2017

"Duelo"

En qué yunque yerrarán mis manos
al forjar las cadenas azules
que sujetan mi mirada
hacia el día de mañana.

Malditos son los días que pasan en desidia.
Ya no hay faros encendidos
se apagarán del todo con el tiempo
Aquí no queda, ni de amante, mi sombra,
ni de amores, tus quejíos.

Ya no hay voz que me soporte
ni últimas caladas al viento
Queda tu pelo por el suelo
queda tu olor entre mis dedos
queda la basura de mis versos
y el estúpido sabor de mi lamento.

Me volaron los secretos
de un disparo entre las cejas
tus recuerdos me está robando el tiempo
para venderlos de contrabando
a la luz de la candela.

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martes, 29 de agosto de 2017

Sin título - Mayo

Palabras que no se oirán más
caricias que se darán al aire
vacíos etéreos entre blancos y ocres
y tus colores que ya no veo.

Dijiste "adiós" con la mirada.
Dijiste "os quiero, pero ya estoy cansada.
Es tiempo de correr allén de la realidad
pero aullaré esperando vuestro regreso".

Sin exigencias, ni mentiras,
ni maldad, rencor o desasosiego
al contrario; solo amor y agradecimiento
desde el pecho que ya era grande
y pedía a gritos volar sin amarre.

Aquí quedamos dama elegante
a la que sus pasos dieron su nombre
tristes y contentos, amados y expectantes
a que llegue el momento de nuevo
de besar tu frente y abrazar tu vuelo.

Emprende tu viaje
trota todo el cielo
y no olvides mañana
venir a recogernos
que solos quedamos
y solos aguardamos
los que nacimos contigo
los que guiaste de la nada
y a los que enseñaste que un gesto
vale más que mil palabras.

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miércoles, 13 de abril de 2016

"Confeti"



Por bandera los errores,
Por zapatos unas zarzas entrelazadas
Y en el camino un sinfín de ojos rotos.

Sube al alféizar y abre sus manos
Caen sus párpados recordando
Golpes en forma de acordes
Que las puertas hacían sonar

De aspiraciones limitadas
De Sueños enmarañados en papel de lija
Que se dispersan sobre las rodillas al intentar recordarlos
Como queda sobre el asfalto
el confeti de un suicida en fin de año
Al saltar por la ventana.

Sin cuerpo, sin mente, sin alma,
Sin oír, sin ver, sin callar.

Por bandera los errores
Por zapatos unas zarzas entrelazadas
Deja, en el camino, un sinfín de rostros rotos
Un puñado de dólares manchados
Y unas palabras que no valen nada

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lunes, 16 de marzo de 2015

Redes

Me hundo en la tierra roja
con las manos alzadas y la lengua recogía.
Se me saltan los hilos de marioneta
que las arañas crearon para mí
con la sonrisa brillante y vacía
de un millar de hienas contentas.

Otro monigote penderá de ellos ahora
Habrá en quien resuenen las carcajadas
las más ruínes, duras y secas
las que se sirvieron de sus sueños
para tejer las redes de su libertad.

Me hundo en la tierra roja
con los ojos cerrados y la sangre escondía
la voluntad desamarrada y el alma vacía.
Murieron las mariposas de mi garganta
pararon los apresurados pasos presos de la desidia.


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jueves, 5 de febrero de 2015

"Calle, Son y Sueño".

Poetas depravados componen sus versos
al son del secuestro de una melodía,
apartados, doloridos y somnolientos,
sonríen a la tarde con la boca escuadrillá.

¿Cuántos ojos hacen falta
para ver los sueños de otros huyendo?
Agazapados en las alcantarillas,
siguen los poetas su locura relamiendo.

Cuando llega la noche
el techo se llena de fulgores,
entre telas y voces yo me acuesto
sin temor al fin eterno.

Se me pueden caer los vientos,
las piedras pueden acurrucarme.
Al término del camino seré yo,
de la verdad, su invisible dueño.


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lunes, 15 de septiembre de 2014

Baila, baila, baila - Haruki Murakami.

Luego, por primera vez en mucho tiempo, encendí la radio y conduje hacia el oeste mientras escuchaba algo de rock. La mayor parte de la música que sonaba era un coñazo: Fleetwood Mac, Abba, Melissa Manchester, los Bee Gees, KC and The Sunshine Band, Donna Summer, The Eagles, Boston, The Commodores, John Denver, Chicago, Kenny Loggins… La música manaba y se disolvía como la espuma. ¡Qué bazofia!, pensé. Basura para masas, música de consumo para sacarles los cuartos a los adolescentes. Pero luego me entristecí. Estábamos en otra época. Eso era todo.

Mientras conducía intenté recordar la bazofia que sonaba en la radio durante mi adolescencia. Nancy Sinatra… Pues sí, también era una mierda. Y The Monkees eran horribles. Incluso Elvis cantaba bastantes temas inmundos. También estaba un tal Trini López. La mayoría de las canciones de Pat Boone me hacían pensar en una loción desmaquilladora. Fabian, Bobby Rydell, Annette y, por supuesto, Herman’s Hermits. Toda esa música era infame. Grupos ingleses absurdos que salían uno detrás del otro… Algunos llevaban el pelo largo y otros vestían ropa ridícula. ¿Algún ejemplo? The Honeycombs, The Dave Clark Five, Gerry and the Pacemakers, Freddie and The Dreamers…, había ejemplos a patadas. Los Jefferson Airplane me recordaban a un cadáver con rigor mortis. Tom Jones…, sólo con oír su nombre se me ponían los pelos de punta. Engelbert Humperdinck: el clon feo de Tom Jones. Herb Alpert & The Tijuana Brass, que se oían de fondo en los anuncios de todas las emisoras. Los hipócritas de Simon y Garfunkel. Y los neuróticos de los Jackson Five. Era exactamente lo mismo.

Nada ha cambiado, me decía. Las cosas son siempre, siempre, siempre las mismas. Cambia el año, y unos grupos sustituyen a otros. En todas las épocas ha existido esa absurda música de usar y tirar, y seguirá existiendo en el futuro. Igual que los cambios en la marea provocados por la Luna. Conduje un buen rato, distraído, mientras pensaba en esas cosas. En cierto momento sonó Brown Sugar, de los Rolling. Sonreí sin darme cuenta. Era una canción fabulosa.

Baila, baila, baila - Haruki Murakami.

domingo, 20 de julio de 2014

Diario de abordo

Ochenta y cuatro días. Ese es el tiempo que llevo aquí encerrado. La última batalla fue la más cruenta que jamás he vivido.

Estábamos en una posición perfecta para acabar con la fragata “Irruptor”, como la hemos llamado al carecer de un nombre conocido, y parecía que la teníamos dominada. Los cañones de babor abrían fuego intenso con ese sonido rítmico y contundente de un concierto de percusión. Nuestras descargas hacían estragos en su casco y, de seguro, en su tripulación; la batalla estaba ganada. De repente, dos acorazados enemigos aparecieron de la nada y se colocaron en nuestro flanco, comenzando el ataque sin que pudiéramos reaccionar. Las primeras bajas fueron los artilleros, todos y cada uno de ellos, y en cuestión de segundos el resto de mi tripulación comenzó a caer rápidamente.

A duras penas conseguimos escapar, pero quedamos a la deriva sin capacidad para variar el rumbo debido a los numerosos daños recibidos. 154 de las 176 almas que habían embarcado perecieron entre olas de fuego y metal. Solo sobrevivimos un grupo reducido de soldados de infantería, en su mayoría heridos o agonizantes. El Oficial Médico Sánchez, mi Segundo de Abordo Mc Isaac, el Oficial de Cubierta Jackson y yo somos los únicos mandos con vida.

De forma rudimentaria por los escasos recursos disponibles y la falta de un experto, realizamos las reparaciones que pudimos y descubrimos que la bodega de carga, donde estaban las provisiones, había sido destrozada y los únicos víveres de que disponíamos estaban almacenados en la cocina. A partir de ese momento hemos intentado sobrevivir con la esperanza de pasar lo suficientemente cerca de un puerto como para ser localizados y remolcados para atracar, sin embargo, los últimos cálculos realizados no son alentadores.

La tripulación está en las cámaras de éxtasis para que nuestro consumo, tanto de víveres como de oxígeno, dure el máximo tiempo posible. Mc Isaac, Sánchez y Jackson se les unieron  hace una semana y tan solo yo me mantengo consciente en la nave, con el fin de intentar contactar. Quizás también debería entrar en una cámara para evitar ser testigo del momento final puesto que nos dirigimos directos al sol del sistema Gendar, un deshabitado lugar en mitad de la nada, pero eso sería como abandonar a mis hombres, y no pienso hacerlo. Me mantendré en mi puesto hasta el último instante.

Queden estas líneas lanzadas a la inmensidad del universo como único testigo del final de la fragata “Fénix” y del valor de su tripulación, que murió en combate por la libertad del planeta Tierra frente al ejército invasor de origen desconocido. Solo espero que algún grupo de colonos, mineros o quizás exploradores en busca de fortuna, localicen la señal de esta sonda y puedan rescatarla para que no caigamos en el olvido. De ser así, quizá estén a tiempo de avisar al Mando Superior Terrestre de que el enemigo parece haber desarrollado tecnología muy superior a la nuestra que le permite realizar grandes saltos espaciales.

Almirante David Hawkins. Fragata Fénix de la Gloriosa Flota Terrestre. Año 4115 de la Nueva Era.

Que los dioses nos reciban con un abrazo.

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