domingo, 22 de junio de 2014

Un pasaje

Nos sentamos todos a la mesa. Agradecemos a Dios nuestra comida leyendo un pasaje de la Biblia y comenzamos.

El primero en ser servido soy yo, luego mi mujer y por último mis hijos. La disposición es siempre la misma: mi mujer en el extremo de la mesa mas cercano a la cocina y yo en el otro, siempre de frente a la puerta. A mi derecha se sientan mis dos hijos: Mike de 10 años y Daniel de 6. A mi izquierda mis dos hijas, Mary Jane y Elizabeth de 7 y 3 años. Todos tienen el uniforme del colegio Saint John aún puesto.

Degusto la sopa que ha hecho mi mujer mientras hablo con Mike sobre béisbol. Daniel no demuestra demasiado interés por los deportes, sin embargo tiene una especial afición por la lectura y por eso le dejamos leer la palabra del Señor antes de comer en algunas ocasiones.

Mary Jane es muy responsable. Está todo el día pegada a su madre aprendiendo las obligaciones propias de una mujer, y Elizabeth es aún muy pequeña, pero sus ojos son grandes, abiertos y curiosos con el mundo que le rodea. Mary Jane siempre está al cuidado de ella.

 Tras el almuerzo me siento en mi sillón a fumar un cigarrillo, un Lucky Strike, antes de volver a trabajar. Mary Jane ha dejado sus pendientes en él, así que la llamo y recrimino su falta de cuidado. Pondría la televisión, pero esta mañana Elizabeth rompió el cable jugando y por eso tendrá doble penitencia esta noche.

Hoy tengo que ir a ver a Mr. Burton. Regenta un restaurante al otro lado de la ciudad. Tras descansar durante un rato, mi mujer me pone la chaqueta y me da el paraguas, el abrigo y mi sombrero de fieltro. Mis hijos en formación se despiden de mí y mi mujer me da un beso en la mejilla.

Son las 16:30h, tardaré aún una hora en llegar, así que conduzco mientras escucho a John Lee Hooker.

Estos negros si hay alguna cosa que hacen bien, es la música, a pesar de sus continuas perversiones, vicios y demás conductas poco cristianas. Dios debe odiarles y por eso los hizo como son, si es que fueron obra suya.

 Las luces de Showdown Boulevard Avenue me indican que ya estoy cerca del restaurante. Su cartel en neón azul no destaca especialmente junto al del burdel de su izquierda que apesta a pecado. Doy la vuelta a la manzana para entrar por la cocina y, de esa forma, no molestar a los clientes. Mr. Burton está junto a las cámaras frigoríficas, así que me acerco lo suficiente como para llamar su atención. Cuando me ve parece sorprenderse. Saco la Thompson de tambor de debajo de mi abrigo y abro fuego sembrando el caos entre el personal de cocina. Algunos caen heridos; otros muertos, entre ellos Mr. Burton. El sonido es casi tan rítmico como el de un buen percusionista de jazz. Dejo de disparar y avanzo entre el olor a pólvora, sangre y especias. Desenfundo mi .38 y me aseguro de que mi misión quede cumplida. Sobre el pecho de Mr. Burton dejo un pequeño crucifijo de plata para que sea redimido y acogido junto al Señor.

Vuelvo tranquilamente a mi coche y me dirijo a hacer otros encargos menos dignos antes de volver a casa.

Espero llegar a tiempo para cenar. ¡Qué bien suena Billie Holiday! Parece llorar en sus canciones, lo cual no es de extrañar, siendo hija del pecado de la lujuria yo también lloraría.

Aparco el coche en el garaje, guardo mis herramientas y entro en casa. Mi mujer me da un beso en la mejilla y me informa que mis hijos han rezado sus oraciones antes de dormir, incluida Elizabeth. Me indica que me asee para comer. Paso por las habitaciones de mis pequeños y les doy un beso de buenas noches a cada uno.

Me lavo las manos. Leemos el pasaje antes de cenar y damos gracias al Señor por los alimentos. Nos sentamos. Ella junto a la cocina y yo de frente a la puerta…


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"Un pasaje" by Julián Blake is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.

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